viernes, 31 de agosto de 2012

"Meca" de la energia marina

Las islas Orcadas, en Escocia, la 'meca' de energía marina en el mundo

Al haber muchas islas juntas, las corrientes marinas que pasan entre ellas son mucho más fuertes que en otros lugares
Jueves, 30 de agosto de 2012 a las 10:26





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Las islas Orcadas se han convertido en el lugar propicio para el desarrollo de la energía marina (Getty Images).
Las islas Orcadas se han convertido en el lugar propicio para el desarrollo de la energía marina (Getty Images).
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Las compañías privadas quieren ver resultados muy rápidos pero lleva su tiempo. Su verdadero desarrollo depende de la voluntad de políticos que lamentablemente estará condicionada por los accidentes nucleares que haya y del precio del petróleo

Stephen Salter, investigador
(EFE) — Gracias a sus olas y sus fuerte mareas, las remotas islas Orcadas en el norte de Escocia se han convertido en la meca internacional de la energía marina, una de las renovables más limpias y con más futuro.

El archipiélago de 70 islas, conocido hasta ahora por sus quesos, su exclusivo whisky de malta y ternera de gran calidad, es la sede de uno de los laboratorios de energía marítima más importante del mundo, el Centro Europeo de Energía Marina (EMEC).

Escocia se ha propuesto convertir estas tranquilas islas del Mar del Norte, con apenas 30,000 habitantes, en referencia mundial de la electricidad generada por la fuerza de las olas y las corrientes marinas.

Sentado en un banco del puerto de la idílica localidad de Stromness, el profesor Stephen Salter, considerado el padre de la energía marina, recuerda los comienzos de lo que hace cuatro décadas parecía ciencia ficción.

"Empezamos en 1973, había mucho entusiasmo pero en la década de 1980 se paró la inversión y fue muy duro. Hasta ahora nadie se lo ha había vuelto a tomar en serio", explica a Efe el inventor del primer artefacto que convirtió el poder de las olas en electricidad.

Salter destaca el enorme potencial, pero insiste que sin el apoyo de los gobiernos es imposible desarrollar este tipo de energía.

"Las compañías privadas quieren ver resultados muy rápidos pero lleva su tiempo. Su verdadero desarrollo depende de la voluntad de políticos que lamentablemente estará condicionada por los accidentes nucleares que haya y del precio del petróleo", apunta este experto, que prevé que la energía marina tardará 25 años en ser rentable.

Brian Johnston, responsable en las islas de la empresa escocesa de energías renovables Scotrenewables, muestra orgulloso uno de sus prototipos, instalado ante la marina de la localidad de Kirkwall y que genera electricidad a partir de las corrientes.

Este joven experto explica que, aunque solo se puede ver la superficie, una especie de tubo amarillo que flota, debajo cuenta con varias hélices que pueden medir entre 30 y 80 metros, una especie de molinos de viento gigantes y submarinos.

"Esta zona es perfecta. Al haber muchas islas juntas, las corrientes marinas que pasan entre ellas son mucho mas fuertes que en otros lugares", explica Johnston, que espera que en 2015 se podrán lograr granjas de molinos submarinos rentables y de ahí expandir la tecnología internacionalmente.

Una de las personas más implicadas en que la fuerza de las olas se convierta en una fuente de energía viable y comercial es Paul O'Brian, responsable de innovación de la agencia pública escocesa Scottish Enterprise.

"Tenemos que aprender de los errores del pasado. Hace 25 años estábamos liderando la investigación de esta energía pero el Gobierno retiró los fondos y Dinamarca se hizo con toda nuestra tecnología. Esta vez no vamos a desaprovechar las posibilidades que nos dan aquí las olas y las mareas", explica a Efe.

En 2003, el Gobierno británico puso en marcha en las islas Orcadas el Centro Europeo de Energía Marina, un laboratorio en el que compañías de todo el mundo prueban sus tecnologías. Todo empezó con tres especialistas, ahora trabajan allí 45.

La española Iberdrola, a través de su filial escocesa, es una de las compañías que más está invirtiendo en las islas.

"Hemos tenido mucho éxito en atraer compañías internacionales", reconoce O'Brian, que cuenta cómo la próxima semana un grupo de japoneses aterrizará en las Orcadas para analizar un sistema que se plantea como una buena alternativa energética para el país nipón.

Los beneficios para las pequeñas y rurales islas escocesas es ya evidente.

Según el Gobierno escocés, cada empresa que llega a las Orcadas para experimentar en el EMEC gasta un millón de libras (1.29 millones de euros) anual y el año próximo se esperan los equipos de catorce compañías de Australia, Japón, Chile, Alemania o la isla caribeña de Antigua.

Entre empleos directos e indirectos, de la energía marina viven en las islas 250 personas, que podría aumentar significativamente cuando se demuestre su viabilidad comercial y se convierta en una gran industria.

"La visión de los habitantes de las Orcadas ha creado este fenómeno. Fueron ellos los que promovieron la creación aquí del EMEC y nueve años después ya están recogiendo los frutos de esa apuesta", comenta mientras saluda a un grupo de vecinos de estas emprendedoras islas.

CNN Mexico 
Planeta CNN

El agua que llevamos encima

¿Cuánta agua llevamos encima?

Un informe pionero sobre el consumo hídrico de la fabricación de tejidos desvela que para hacer unos pantalones se emplean 3.305 litros de agua

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Si nos preguntan cuánta agua consumimos al día, la mayoría sumaríamos la que usamos para asearnos, fregar, cocinar o lavar la ropa. Pero, sin saberlo, cada uno de nosotros gasta diariamente una cantidad que sorprende.
Por ejemplo, en la fabricación de un pantalón vaquero se emplean nada menos que 3.305 litros de agua. Así lo desvela un estudio pionero en España que mide el consumo hídrico empleado en la fabricación de tejidos. «Es una cantidad elevada porque se trata de una prenda confeccionada en algodón, una planta que necesita muchísima agua para desarrollarse», explica Alberto Garrido, subdirector del Observatorio del agua de la Fundación Botín, entidad autora del estudio junto con El Corte Inglés y la participación de las empresas valencianas Royo y Aitex.
El proyecto analizó la llamada huella hídrica del pantalón vaquero. Es decir, la cantidad de agua que se necesita desde el cultivo de la materia prima hasta que el producto final está listo para la venta en las tiendas. Para este caso, se estimó el consumo de tres tipos de recursos hídricos: el agua procedente de la lluvia que la planta evaporó y transpiró; la tomada de los ríos, embalses o recursos subterráneos y que no se devolvió a ellos, y la necesaria para diluir los productos químicos que llevaban las aguas devueltas. Y así se ha podido conocer también que para confeccionar un cinturón de piel hacen falta 2.200 litros de agua; 4.400 en el caso de un par de zapatos o 2.200 para un jersey de lana.
En España, la huella hídrica per cápita es de 2.325 litros. «Es una de las más altas del mundo si la comparamos con la de otros países», señala Garrido. La de China es de 700 litros y la de Estados Unidos es de 2.500. El 70 % del consumo hídrico individual en los países ricos se lo llevan los alimentos y el otro 30 % a otros productos. Sin embargo, el indicador depende no sólo del producto que consumimos sino de dónde, cuándo y de qué forma se ha producido.
Para entendernos, el consumo de agua de los españoles será diferente si comemos más lechugas que naranjas, pero también variará en función de si estas han sido cultivadas en la Comunidad Valenciana o Murcia, por ejemplo, o se han importado desde Sudáfrica. De hecho, el 36 % de nuestra huella hídrica se origina fuera de nuestro país.
Dentro de los productos alimenticios también se aprecian diferencias. Las carnes necesitan más aporte que los vegetales, pues no sólo se mide lo que bebe el animal sino también el consumo hídrico de pastos y piensos y la contaminación que producen. Un tomate, por ejemplo, necesita 125 litros de agua desde que se siembra hasta que lo disfrutamos en casa, mientras que un filete de vaca requiere unos 5.000, ya que un kilo de vacuno consume 15.400 litros.
Una vez conocidos estos datos surge inevitable la pregunta. ¿Es sostenible producir como lo estamos haciendo? La cantidad de agua disponible en la Tierra es constante, si calculamos la cantidad de moléculas de agua que hay en la atmósfera. No obstante, en algunas zonas, debido a la producción y al uso intensivo de recursos, pueden producirse situaciones de escasez.
Por: La Voz de Galicia

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