La
falta de agua potable afecta a más de mil millones de personas en todo
el mundo, un problema que se agravará en las próximas décadas. Diversos
investigadores trabajan en nuevas tecnologías para mejorar los actuales
métodos de purificación y cubrir la cada vez mayor demanda de este
preciado elemento. Las fórmulas son muy variadas e innovadoras: filtros
sin productos químicos, sistemas que funcionan con energía solar, con
microorganismos, con nuevos materiales, o aparatos que extraen agua del
aire.
Tratar el agua es cada vez más caro. Una de las principales razones
es el gran incremento de los precios de los productos químicos básicos
utilizados, según un estudio de la Fundación Water Environment Research.
El desarrollo de métodos no químicos puede ser una de las posibles
soluciones. Esta prometedora área de trabajo mueve ya en EE.UU. más de
cuatro mil millones y medio de dólares, y en ella se prueban sistemas
muy diversos: intercambio de iones, exposición a rayos ultravioleta,
nanomebranas, ultrasonidos, etc. Los expertos en biorremediación
utilizan microorganismos para limpiar determinados residuos tóxicos.
Algunos investigadores han trasladado esta idea al terreno del
tratamiento del agua.
La desalación bacteriana es la fórmula que utiliza un equipo de la
Universidad de Pennsylvania (EE.UU.). Esta tecnología se basa en una
célula de combustible biológica, de manera que las “bacterias-batería”
producen la energía para el filtrado. Su responsable, Bruce Logan,
reconoce que todavía es un procedimiento caro y no elimina la sal del
todo, pero confía en mejorarlo. Mientras, sugiere, se podría aprovechar
para pre-tratar el agua de mar o para desalar agua a la vez que se
extrae energía.
Diario Ecológia.com